martes, 8 de septiembre de 2009

El ruido y la furia


Faulkner. Siempre he tenido el gusanillo de leer algo suyo desde hace más de 20 años, cuando un profesor de literatura a gritos en el aula decía: “¡Faulkner, Faulkner, el mejor, es el mejor!”. Creo que en ese momento no hubiese estado preparada para leerlo, y después siempre que rebuscaba en los estantes de las librerías y me topaba con una obra de Faulkner venían a mi cabeza aquellas palabras, hasta que hace poco me decidí a comprar un libro suyo, El ruido y la furia. Faulkner ganó el Nobel, el Pulitzer y el National Book, perteneció a la llamada Generación Perdida Americana, junto con Fitzgerald, Heminway, Dos Passos y Steinbeck. Cogí la novela sin ningún tipo de idea preconcebida y confieso que al principio me costó. El libro se estructura en monólogos interiores que avanzan y retroceden continuamente en el tiempo por lo que durante las primeras páginas anduve bastante perdida. Es la historia de cuatro hermanos en el agobiante sur de Estados Unidos del primer tercio del siglo XX, de una de esas típicas familias sureñas venidas a menos. La historia va desde la infancia a la madurez de los hermanos, describiendo como se van truncando todas esas vidas. No es precisamente un libro alegre, es duro, agobiante, descorazonador. No es un libro fácil y ni tan siquiera sé si repetiré, pero al menos después de tantos años ya he satisfecho al gusanillo y puedo decir que estoy contenta de haberlo hecho.

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